mi primer cuaderno...

En julo de 1995 veraneé con mi familia en un casa rural perteneciente a una antigua finca de explotación lechera, una especie de marquesado, pedanía de un municipio de Asturias. Las viejas casas con sus correspondientes vaquerizas fueron habilitadas para turismo rural y puestas en explotación turística a un mayorista inglés.





Cuando nos instalamos en nuestra vivienda observé que encima de la mesita del salón había un cuadernillo apaisado,  tamaño cuartilla, a estrenar. Al abrirlo leí la dedicatoria del mayorista. Se trataba de un cuaderno para apuntar tus experiencias personales y transmitirlas al siguiente residente turístico.


No dudé en dibujar, como si de un naturalista se tratase, los dos árboles que tenía cerca de la entrada de la vivienda. No apunté nada más, ni mis experiencias en restaurantes, ni excursiones, ni dibujé paisajes naturales, ni nada...




Quizás fue esa timidez pictórica la que hizo que, en lugar de dejar el cuaderno allí para cosulta del sigiuiente inquilino, le pidiese permiso a la dueña del aposento para que me dejase llevar el cuaderno con los apuntes realizados.

Este fue el primer cuaderno que empecé a rellenar.

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